No quería que Harry se fuera, porque sabía que luego tenía
que enfrentarme yo sola a un montón de sentimientos que no deben de estar
dentro del corazón que ahora latía dentro de mí cuando lo veía a él.
Me mordí las uñas con nerviosismo, ideando quién sabe cuántos
planes para evitar a Zayn, porque sí, eso es lo que haría, después de haberlo
pensado y repensado, la decisión más sabia era evitarlo, así, a lo mejor, los
absurdos sentimientos desaparecían. Miré el reloj con nerviosismo, como alguien
que teme que el tiempo de un examen se acabe cuando no vas siquiera a la mitad.
Faltaban doce minutos para las siete de la tarde.
Contárselo a Harry y que este me hiciera ver las cosas con
claridad, había servido sólo para atormentarme; porque ahora ese era exactamente
mi problema, todo estaba ya claro y yo estaba enamorada de alguien de quien no
debía. Tanto tiempo compartido había traído consecuencias fatales para mí.
¿Y si no le abro? Pensé. Cuando llegara podría ignorarle y
no salir a abrirle, así, el se iría y yo no tendría que atormentar a mi
corazón, haciéndolo latir para luego ordenarle que se callara. Corrí a mi
habitación, dispuesta a embarcarme en mi mundo e ignorar los ruidos externos, y
eso incluía el llamado a la puerta que en cualquier momento se oiría.
Conecté mi reproductor de música al par de bocinitas que
papá me había regalado en el cumpleaños número diecisiete y dejé que la música
sonara queda por toda la habitación. Mientras sonaba la primer canción de la
lista, aquellos golpeteos en la puerta tan reconocibles ya, se escucharon,
haciéndome latir el corazón con un palpitar que resultaba ridículo. Traté de
ignorarlos y sobre todo, ignorar el pensamiento de saber quién era el que
estaba detrás de la puerta. Pero los golpecitos se aferraron a seguir llamando
y era como si su sonido me incitara a correr y ver el rostro que ahora se
proyectaba en mis sueños. Arranqué de un jalón el reproductor y conecté los
auriculares blancos para luego llevarme cada uno a los oídos, haciendo girar el
círculo para que el volumen subiera y me atronara en los oídos indefensos. Me
tumbé sobre la cama y cerré los ojos con fuerza, produciendo una que otra
arruguita en el parpado. Enterré la cabeza en la almohada y luego canturrié
algunas estrofas de All the small things de Blink 182, que sonaba con potencia
en mis oídos, haciendo de mi voz sólo un farfullar ahogado que nada más yo
entendía.
Así pasaron casi cuarenta y cinco minutos hasta que decidí
que no quería quedarme sorda antes de los treinta y bajé el volumen hasta
desvanecerlo completamente y luego apagarlo. Suspiré, ¿con qué cara vería ahora
a Sharon? ¿Podía acaso ser tan hipócrita como para mantenerle la misma sonrisa
“sincera”? Ella no merecía que nadie le hiciera daño, nadie y mucho menos yo,
ella ya había sufrido tanto y ahora, no podía permitirme hacerle daño.
Contemplé el techo blanco por un rato, sintiéndome la persona más pérfida como
amiga. Entonces oí cómo la puerta se abrió y luego la voz de Sharon y la de
Zayn mezcladas. El corazón me latió por dos cosas, de nerviosismo y ansiedad.
-¡_____! ¿Estás?-preguntó Sharon en un sonoro grito.
¿Y ahora qué se suponía que debía hacer? ¿Salir y portarme
como si nada, siendo hipócrita hacía con Sharon y ordenando callar a mi corazón
cuando Zayn se acercara ó quedarme encerrada en mi habitación y hasta quizá
ocultarme en el armario para siempre?
-¡Allí estás!-dijo Sharon, con alivio, abriendo la puerta de
mi habitación y haciéndome sentir descubierta bajo la mirada verde de Zayn que
se mostraba en segundo plano.
Le sonreí, totalmente nerviosa y atontada debido a que no
tuve la oportunidad de salir corriendo por la ventana, aunque hubiera sido mala
idea por los tres pisos que había antes del suelo. No pude mirar a Zayn, o
mejor dicho mantener mi mirada en él, mientras él me veía; pero tampoco pude
hacerlo con Sharon, porque ella quizá podría ver en mis ojos alguna aflicción.
Y no estaría del todo equivocada.
-¿Por qué no le abriste a Zayn?-preguntó, entre tanto que yo
bajaba de la cama y me acercaba para salir de mi habitación, aunque no
quisiera.
-Oh, perdóname-intenté mirar al interpelado pero su mirada
me derritió el corazón incluso antes que éste pudiera latir, así que me
apresuré a hablar para quitarla rápido-. Es que me quedé dormida con la música
a todo volumen-me excusé y luego me dirigí hasta la cocina para tomar una
manzana, pero más para huir de ambos. Porque por el lado que sea, yo me sentía
culpable.
-No, no te preocupes-me dijo Zayn y su voz hizo que las
piernas me temblaran.
-Lo encontré sentado afuera, quién sabe por cuánto tiempo
estuvo allí-musitó Sharon y por la colilla del ojo miré cómo se giró hacía Zayn
para darle un abrazo cariñoso.
El hecho de que no quería admitir que me daban celos, no
evitaba que los sintiera. Entonces el timbre sonó interrumpiendo el beso que
estaban a punto de darse y corrí alegre a abrir la puerta, dándole gracias a
quién sea que estaba del otro lado.
Cuando abrí, un ramo de rosas rojas le tapaba la cara a
alguien y sólo divisé las viriles manos que lo sostenían. Todos nos quedamos
observando, confundidos y curiosos, hasta que el ramo de rosas bajó y pude ver
el bello rostro juvenil de Liam, sonriéndome.
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