Cuando llegamos, Ferni tardó en salir, estaba peleando con
la máquina de impresión, de nuevo.
-¡Espera sólo un momento, _______!-gritaba desde atrás,
mientras que yo no dejaba de reír. Pobre de ella, esa máquina siempre le sacaba
canas verdes.
Liam permaneció tranquilo, observando las cosas en el local,
hasta que Ferni apareció por fin detrás del mostrador.
-¡Listo!-me sonrió con esa sonrisa que se expandía tierna
sobre su rostro.
Cuando Ferni desvió la vista de mí, la posó en la única otra
persona que estaba conmigo. Liam la miraba embobado.
-Oh-musité-, Ferni, te presento a un amigo. Liam, ella es
Ferni-dije al interpelado-, de la que tanto te he hablado; Ferni, el es Liam,
mi vecino.
La cara de Liam era de sorpresa, asombro y fascinación y en
sus ojos existía un brillo que hace unos minutos no se encontraba allí.
-Hola-balbuceó.
-Hola-respondió ella.
Ambos se sonrieron y luego Ferni me dedicó su atención a mí.
-¿Fotos nuevas?-me preguntó, entusiasmada.
-Ya lo sabes-reí e hicimos lo de siempre.
Luego de unas horas y de que Liam y Ferni se conocieran más.
Decidimos él y yo que era hora de regresar. El sol ya se había puesto cuando
Liam y yo caminábamos hacía el edificio.
-Tú amiga es muy bonita-musitó, ruborizado ligeramente-. Muy
simpática, además.
Me solté a reír.
-Creo que lo pude haber adivinado-admití y él enrojeció más,
la pálida piel de sus mejillas se pintó de color rojo.
-¿Por qué dices eso?-preguntó, avergonzado.
-Por tu cara y cómo la mirabas.
-¿Tan obvio era?-hizo un mohín.
-Algo.
Ambos reímos.
-¡Liam!-dije, de pronto, quizá hasta sacándole un susto por
la forma en que me miró- ¡Tú sabes italiano!
-Emm… sí-musitó sin comprender; y es que había cambiado de
tema repentinamente.
-Dime qué significa…-hice memoria para acomodar las palabras
en orden y tratar de pronunciarlas correctamente- “Che bella coppia che fate”
A lo mejor Zayn creía que ya se me había olvidado lo que el
muchacho de la heladería nos dijo y que no me quiso traducir, pero para mala
suerte de él, yo tenía muy buena memoria.
-Qué bella pareja hacen-dijo, Liam.
-¿Disculpa?
Liam rió.
-Eso significa.
Abrí los ojos ante lo poco evidente y ante la ilógica de que
me emparejaran a mí con Zayn. Luego me solté a reír de nuevo; no sabía si
avergonzada o de verás divertida.
-¿Por qué?-inquirió, Liam.
-Porque… lo vi en la televisión, en una película. Quería
saber qué significaba-inventé.
-Claro-musitó.
____________________________________________
-Buenas noches, Liam-dije, fingiendo un bostezo.
Lo cierto era que después de mí tarde con Ferni y Liam, no
estaba cansada; pero sí quería escapar de las escenas que Sharon y Zayn
protagonizaban en la sala. El chasquido de sus labios al juntarse, los
suspiros, las caricias que se daban, todo me resultaba ahora insoportable.
-¿Tan pronto te irás a dormir?-me preguntó.
-Sí, estoy muy cansada- me pregunté si fingir otro bostezo
sería muy exagerado.
-Está bien, hasta mañana. Descansa, que tengas una linda
noche-me dijo y tuve que hacer hasta lo imposible por reprimir un suspiro.
-Gracias. Le dices a Sharon que me fui a dormir. No sé por
qué esa mujer se tarda tanto en el baño-bromeé-. Hasta mañana.
Me dedicó una última sonrisa y al instante me vi obligada a
responderla. No hacerlo sería prácticamente irrealizable.
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A la mañana siguiente, el día había amanecido perfecto para
ver una película, o al menos, a mí se me había antojado hacerlo. Fui a un video
club cercano, y renté una de terror cuyo título no entendí pero la portada sí
que era macabra.
Desayuné afuera y en la tarde me cociné un par de huevos
fritos. Cuando el reloj marcó las seis de la tarde y sin más planes en mi
lista, decidí ver la película que había rentado. La coloqué en el DVD de Sharon
y puse los subtítulos en español. Apagué las luces y me acurruqué en el sofá
pequeño tapándome con una manta violeta que estaba allí, dejando que el
departamento fuese iluminado sólo por la luz exterior. Le puse play a la
película y comencé a ver cada una de las escenas que el televisor proyectaba.
Había pasado casi la hora y yo me aferraba a la manta
retorciéndola entre mis manos, terriblemente aterrada y con el corazón a mil
por hora; jamás me había espantado tanto viendo una película como ahora. El
televisor reflejaba sobre mí aquellas imágenes del perro protagonista que
dejaba salir de su hocico la rabia que infectaba como un virus al desafortunado
que se cruzaba con los filosos y ensangrentados dientes del can,
convirtiéndolos en reflejos del horroroso animal que los mordía. Estaba
completamente aterrada.
Unos golpes en la puerta me hicieron dar un tremendo brinco
en el sofá y un alarido de espanto de mis labios. Comprendí luego que sólo era
alguien que llamaba a la puerta.
Le puse pausa a la película y salté del sofá casi adivinando
quién estaría del otro lado.
-¡¡Zayn!!-grité, noventa y nueve por ciento aliviada.
-¿Te ocurre algo?-preguntó, preocupado.
-¡Estoy viendo una película de terror horrible!-expliqué y
lo introduje tomándolo de la mano.
-¿Qué película?
-No sé, una de un perro rabioso que infecta un virus-dije
atropellando las palabras, y señalé el televisor.
-Estás viendo Infectados. No da tanto miedo-rió.
Fruncí el ceño.
-¿Estás loco o no eres humano?-farfullé- ¡Claro que da
miedo!
Sonrió.
-¿Entonces por qué la ves?-inquirió, divertido.
-Pues… porque… porque… no sé, es horrible.
-Sí, pero aun quieres terminar de verla, ¿cierto?
-¡Claro! No voy a quedarme a la mitad de la trama, ¿quieres
ver lo que queda conmigo?
-Por supuesto, y luego quién va a protegerte-sonrió con
autosuficiencia.
-Gracioso-lo fulminé con la mirada.
Me acomodé de nuevo en el sofá y después Zayn se sentó en
uno de los brazos de éste, pasando su brazo sobre el respaldo; ambos estábamos
muy juntos y mi corazón comenzó a acelerarse. Di ‘play’ a la película de nuevo,
y la escena que había quedado pausada continuó moviéndose; ahora ya estaba todo
más oscuro y sólo podía ver tenuemente el reflejo de la luz del televisor sobre
nuestra piel.
Una escena me obligó a cerrar los ojos con fuerza y a
desviar mi rostro hacía el respaldo del sofá; pero con lo que mi rostro se topó
no fue con el terciopelo del mueble, sino con un abdomen duro revestido de una
franela blanca y un suave y varonil perfume tan cerca de mi nariz.
Caí en la cuenta entonces de que estaba ocultando el rostro
en el abdomen de Harry; me iba a retirar, completamente sonrojada y por
supuesto iba a pedirle disculpas; pero entonces, unos fuertes y viriles brazos
se ataron a mí alrededor haciendo que el corazón se me cayera hasta el piso.
Aquello era una cárcel meramente hermosa y yo su indigna prisionera.
De repente, todo el miedo se evaporó.
Mi nariz aspiraba su delicioso perfume mientras que sentí
sus manos acariciando mi cabello, inmediatamente la piel se me erizó. Podía oír
perfectamente el latido de su corazón estallar en mis oídos; un latido raro:
rítmico pero acelerado, tranquilo y rápido a la vez… “Pum, pum, pum” estallando
en mis oídos, y yo allí, entre sus brazos, protegida.
Me atreví a levantar el rostro y miré más de cerca el suyo;
su mandíbula y cuello, donde los hermosos lunares eran muchos más de los que yo
me había percatado y su piel, resplandeciendo con la tenue luz del televisor.
Entonces bajó la cabeza y me pilló mirándole. Enrojecí en plena oscuridad
cuando me vi reflejada en el color café de sus ojos, tan cerca. Parpadeó un par
de veces y su cálido aliento me golpeaba el rostro. A esa distancia tan mínima,
su rostro era aun más hermoso.
Hubiera querido tener telepatía para saber qué es lo que él
estaba pensando ó si estaba en el mismo caso que yo, porque yo no podía pensar.
-¡Chicos ya vine!
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