La tarde pintó su crepúsculo y antes de que el sol se
ocultara, su luz anaranjada iluminaba un lugar en el que había parado mis pies.
Reconocí aquel sitio y el recuerdo me trajo a Zayn a la cabeza. Era el bar-café
al que él me había llevado el día del cumpleaños de su amigo Gaspar.
Yo odiaba esos lugares, pero ahora, lo único que me pasaba
por la cabeza, además de Zayn y el dolor que todo esto me producía, era
conseguir una manera de terminar con él. Me armé de un valor que no me conocía
y arrastré mis pies hasta el interior.
Cuando me hube adentrado, caminé esquivando a todos los
demás que bailaban al ritmo de la escandalosa música y llegué hasta la barra.
El joven rubio detrás de ella, al mirarme me reconoció.
-¡______, la amiga de Zayn!-elevó la voz para que pudiese
oírlo y lo único en lo que encontré significado en esa frase fue en el nombre
de él.
-Hola, Gaspar-farfullé, sentándome en una de las sillas al
borde de la barra.
-¿Te sirvo algo?
-¿Qué tienes para perder la conciencia?-pregunté y el río.
-Creí que no tomabas alcohol.
-Sólo dame algo que me sirva para olvidar-ordené, frustrada.
-Subito-dijo, alzando las cejas y luego me dio la espalda
para recopilar varias botellas del estante.
La música me atronaba en los oídos y el dolor cada vez más
me inundaba el pecho. Había estado por tanto tiempo esforzándome por proteger a
Sharon de patanes, engaños y ese tipo de cosas desde lo que pasó con Jairo; y
ahora, yo era la causante de su dolor, de su desconfianza y eso me dolía mucho
más de lo que podía llegar a imaginar.
Irme, insistía con eso porque era la mejor opción, pero…
dejar de ver a Zayn me costaría mucho.
Gaspar puso delante mí un pequeño vasito y luego me sonrió.
-Salud-dijo, con ese acento italiano inconfundible.
Sin contar los chocolates envinados, jamás había pasado por
mi boca el sabor a licor, y aquel líquido transparente que reposaba en el
pequeño vaso de vidrio me seguía pareciendo igual de repugnante que la primera
vez que supe de su existencia. Pero en esta ocasión necesitaba de aquel
embriagante líquido para que borrara parte de mi memoria, o al menos, para que
el insoportable dolor disminuyera.
Tomé el vaso pequeño entre mis dedos y al alzarlo lo miré
con repugnancia y asco, pero cerré los ojos y lo dirigí a mi boca dejando que
el olor me hiciera cosquillas en la nariz y que el líquido bajara por mi
garganta, raspándola enseguida de que hizo contacto. Derramé todo el licor
dentro de mi boca y la garganta me ardió como si tuviera una flama viva dentro.
Abrí la boca e inhalé profundo, tratando de que el aire fresco entrara y
aplacara el fuego. Una fuerte punzada de dolor acribilló el lado izquierdo de
mi cráneo y una que otra neurona explotó. Entonces sentí el licor tocar mi
estómago y cómo éste se revolvió dos segundos después; una presión allí dentro
hizo que casi devolviera lo que había tomado. Cerré los ojos con fuerza y me
llevé las manos a la boca, sólo por si acaso.
-¿Estás bien?-preguntó Gaspar detrás de la barra.
Hice que el fuego en mi garganta se calmara un poco cuando
volví a abrir la boca para inhalar aire y luego abrí los ojos y lo miré.
Me observaba preocupado mientras limpiaba un tarro de
cerveza con un trapo.
Zayn aun seguía presente en mi mente y el dolor era aun
perceptible.
-Sí-contesté, con la voz repentinamente ronca-. Sírveme
otro-ordené.
-¿Segura?-preguntó, un poco receloso.
-Sírvemelo-dije, tajante.
Él se arremangó una de sus mangas blancas que se había
bajado traviesa antes y alzó las cejas con expresión escandalizada, pero tomó
el pequeño vasito y vacío en él el licor amarillento del cual yo desconocía el
nombre. Con el vaso lleno me acercó su mano y lo deposito delante de mí sobre
la barra. Miré de nuevo el cristal y lo que contenía; me preguntaba cuántos más
vasos de estos necesitaba para perder la conciencia o si era preferible pedir
que me llenaran el tarro.
Lo tomé de nuevo y lo acerqué a mi boca, cerré los ojos y
dejé caer parte del licor en mi garganta, que de nuevo estalló en llamas
despiadadamente consumidoras; pero sin dejar que éstas se aplacaran me eché
otro trago a la boca, sólo que este lo mantuve allí, repentinamente temerosa de
hacerlo pasar. El nombre de Zayn golpeteó junto a la punzada de mi cabeza y me
obligué a abrirle camino entre el fuego a aquel líquido. Las llamas tomaron una
nueva fuerza pero ahora el ardor a pesar de ser doloroso, se volvió algo
placentero. Y la última parte del trago pasó por mi garganta con menos
dificultad. La punzada se expandió hacía el otro extremo de mi cabeza y se
convirtió en un dolor agudo.
Cuando abrí los ojos, el rubio detrás de la barra me miraba
intrigado.
-Otro-ordené, con aquella voz ronca que salía de entre las
llamas de mi garganta.
Vaso tras vaso, y el licor seguía pasando por el incendio en
mi garganta; hasta que comencé a marearme al ver a las personas a mí alrededor.
Sentía menos neuronas en mi cabeza que hace unos minutos, pero el dolor había
desparecido o al menos, era tan grande que ya no lo sentía.
-¿Estás tú bien?-inquirió de nuevo Gaspar.
-¿Yo? ¡Estoy bien…!-mi voz se arrastraba como si mi lengua
se hubiese quedado pegada en el inferior de mi boca.
-Claro. Eemm… permíteme-se alejó hasta el otro extremo de la
barra y tomó el teléfono.
Dejé de tomarle importancia y desvié la mirada; en realidad
había dejado de tomarle importancia a todo. El alcohol había hecho que las
pocas neuronas que me quedaban en la cabeza estallaran al unisón y
desaparecieran.
Me llevé ambas manos a la cabeza, con los codos apoyados
sobre la barra; sentía la música meterse en mis oídos y vagabundear por el
vacío en mi cabeza; allí no había cerebro, neuronas o mente para formular
pensamiento alguno; no había nada, excepto una cosa. El nombre de Zayn rebotaba
de un lado a otro como pelota de ping-pong en un juego de tétris.
Estaba sudando, de repente el calor se agolpó en mi cuerpo y
las gotas de sudor perlaban mi frente. Me sentí asfixiada de pronto. Me quise
levantar para ir al baño y al poner los pies sobre el suelo me desequilibré
totalmente, el suelo bailó bajo mis pies y me tambaleé antes de sostenerme de
la barra. No sólo el piso se movía, sino también las paredes bailaban y luego
se volvían borrosas. Trastabillé hasta llegar al baño, y luego, cuando con paso
torpe pude acercarme al lavamanos me miré al espejo. Mi rostro estaba perlado
por el sudor, tenía la nariz con un matiz rojizo y unos tantos cabellos
despeinados. Abrí la llave del agua, estaba fría e hice una cuna con mis manos
para sostenerla allí; luego, cuando logré acunar suficiente, me la eché en la
cara. Cerré la llave con el rostro goteando sobre el blanco mármol del
lavamanos, me miré de nuevo al espejo y después tomé una toallita desechable
para secarme la cara. El rostro me parecía desconocido pero era mío.
Deseaba que algo de la capacidad de mover mis pies aun
estuviese en funcionamiento; pero me tambaleé igual que la primera vez; mis
músculos seguían igual de torpes.
Apoyándome en la pared, logré salir de nuevo hacia el
exterior donde la gente aun me mareaba. Pero luego, entre todas esas siluetas
borrosas, había una que reconocería así estuviera debajo del agua o en una
atmósfera llena de niebla. ¿Qué hacía Zayn allí?
Lo fulminé con la mirada, frunciéndole el ceño; pero al
parecer, él buscaba a alguien, sus ojos iban de aquí para allá examinando cada
rostro y su cabeza se levantaba por encima de los demás queriendo encontrar a
ese alguien. ¿A quién estaría buscando? ¿Justo aquí? ¿En el mismo lugar en el
que yo estaba?
Me tambaleé de nuevo hasta la barra, en donde había dejado
mi morral y traté de ignorar todos los perturbantes sentimientos que me embargaron
al ver a Zayn allí.
-¡Hey! ¡Tú!-llamé a Gaspar y rebusqué entre mi bolsa mi
cartera para pagar la cuenta; el joven se acercó-. ¿Cuánto es?-la voz que salía
de mi boca me era desconocida.
-Eemm…-murmuró.
-¿Me los vas a regalar?-pregunté y luego me reí.
-¡______! ¡¿Qué demonios…?!-la melodiosa voz de Zayn llegó
hasta mis oídos por encima de todo el ruido. Se acercó y me miró con los ojos
abiertos de par en par.
-¿Tú?-lo miré- ¿Tú qué haces aquí?-hice ademán de levantarme
de la silla con un solo movimiento sobrio, pero fracasé de inmediato y tuve que
sostenerme de la barra.
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