Había estado la mayor parte del tiempo con ellos dos, y me
había dado gusto la noticia de que ahora eran casi inseparables; sólo le
faltaba a Liam decidir qué día le pediría que fuera su novia.
Salté de mi asiento al percatarme de la hora.
-Demonios, es tardísimo-dije, levantándome de la silla
mientras que Liam y Ferni me miraron confundidos.
-¿Tarde para qué?-preguntó Liam.
-El viaje de Sharon, ¿recuerdan?-les había contado la
historia a la hora de la comida, Ferni me llenaba de consejos y Liam resultó
ser unos excelentes oídos.
-Oh, verdad.
-Habla con ella, _______. Una amistad se vuelve más sólida
si ambas partes hablan de lo que les preocupa-me aconsejó Ferni, como toda la
tarde lo había estado haciendo.
Era increíble cómo podía ella expresarse así, con tanta
naturalidad, con tanta sabiduría; a pesar de que era menor que yo, sin duda era
más madura, siempre lo he dicho.
-Gracias, Ferni. Espero tener el tiempo-miré el reloj-. Y si
no me doy prisa, no podré despedirme.
-¡Suerte!-agitó la mano cuando me dirigí a grandes zancadas
a la puerta de salida.
-Hasta pronto, ______-dijo Liam.
Salí dándoles una sonrisa y apresuré el paso hasta el
edificio. Faltaban doce minutos para que las ocho y media se dieran, Sharon
tenía que partir antes de las nueve.
Mientras corría hacía mi destino, recordé a Zayn; él ya
debería de estar allí, seguro. Eso hizo que mis pies disminuyeran su velocidad
un poco. No quería llegar y toparme con la despedida amorosa entre ambos porque
sabía muy bien que me iba a doler, incluso pensarlo ya causaba una aguda
sensación de malestar en el corazón.
Por primera vez utilicé el ascensor y llegué hasta el tercer
piso en tres cuartos de minuto, dí grandes zancadas hasta el departamento 312 y
abrí torpemente la puerta, esperando a que Sharon no se hubiese ido ya.
-¡Shar, lamento…!-mi frase se quedó inconclusa porque justo
al abrir la puerta me encontré con la escena romántica que quería a toda costa
evitar. La despedida amorosa entre Sharon y Zayn.
-¡_______! Qué bueno que llegaste antes de que partiera.
Pensé que no vendrías-la broma no le salió como tal. Se deshizo del abrazo de
Zayn y se dirigió a mí para abrazarme. Algo del perfume de él aun había quedado
impregnado en sus ropas y llegó hasta mi nariz de forma tenue.
Intenté sonreír y poner buena cara, aun sintiendo los
horripilantes deseos de estallar en berridos y dejar salir a borbotones las
pesadas lágrimas que sentía que me empañaban ya la vista.
Una gota de agua salada cayó al hombro de Sharon, una
lágrima que no pude reprimir.
-Oh, ______ pero no llores, ó me harás llorar a mí-su tono
de voz se tornó cálido y tierno, como siempre había sido.
Ella creía que yo lloraba por su viaje. Era un buen
pretexto, pero me sentía mal porque no era cierto. La verdad era que sí sentía
dolor, pero era uno propio del corazón, causado por la demostración de afecto
entre ellos dos.
Sonreí, esperando que no fuera muy evidente lo falso en
ella.
-Cuídate mucho, shar-murmuré-. Te voy a extrañar-aquello
había sonado honesto, porque era verdad.
-Yo también-me dijo.
Luego, la mano de Zayn me acarició la espalda en busca de
darme consuelo. Hasta ese momento recordé su presencia y un inexplicable rencor
me invadió. Lo odiaba bastante, pero de igual manera, lo amaba más de lo que
podría llegar a odiarlo. No entendía cómo es que había ilusionado tanto a mi
corazón y luego lo había dejado caer en un agujero sin fondo y muy oscuro.
-Te acompaño abajo-dijo él y luego tomó la pequeña maleta de
Sharon, dejando mi espalda desprotegida de su calor-. ¿Vienes?-me preguntó a
mí.
Asentí y entrelacé mi brazo al de Sharon, luego bajé la
cabeza. Lo que menos necesitaba era que Sharon se fuera, aunque solo sea por
dos días; sin duda serían los dos días más difíciles de mi vida, teniendo que
abstenerme de todo tipo de encuentro con su novio.
Bajamos por el ascensor, mientras que nadie pronunciaba
palabra alguna y mi vista seguía fija sólo en el piso del elevador. Cuando
llegamos al primer piso y salimos del pequeño apartado, la camioneta de la
gente del señor Vittore ya esperaba por Sharon.
Ella dio un suspiro y luego se giró para ver a Zayn. Lo miró
por un par de segundos, como queriéndole decir algo con sus ojos, parecía que…
suplicaban. Pero Zayn bajó la mirada y exhaló despacio, luego besó la frente de
su novia.
-Cuídate mucho, amor-le pidió.
El corazón, ya roto en miles de pedazos, se contrajo de
dolor al escuchar la última palabra.
Sharon sonrió débilmente.
-Te amo, Zayn-susurró en su oído y yo deseé con un fervor
descomunal estar en alguna otra parte en ese momento.
Pero él no dijo nada, esbozó una pequeña sonrisa y volvió a
besar la frente de Sharon. En serio, lo odiaba.
Luego Sharon se giró hacia mí y me sonrió, con esas sonrisas
que me había estado dando últimamente.
-Te voy a extrañar-le repetí, porque era lo único honesto
que había en mí-. Cuídate mucho.
-También tú. Dos días se pasan rápido-me dijo.
Le sonreí y luego, Zayn y yo la vimos subir a la camioneta.
-Nos vemos en dos días-nos dijo y se despidió con un gesto
de mano.
Zayn y yo miramos la camioneta hasta que se perdió entre las
calles oscuras.
Cerré los ojos por un instante hasta que la voz de Zayn me
hizo abrirlos de nuevo.
-¿Volvemos al departamento?-preguntó, cínico.
Pero yo no debía de estar con Zayn, ni siquiera verlo durante
estos dos días. Sharon se merecía respeto y era lo que al menos le daría.
-Zayn, estoy muy cansada. Quiero subir y tirarme a
dormir-dije-. Disculpa.
-No, no hay problema. Descansa. Nos vemos mañana-me sonrió y
algo en su confianza de que nos veríamos el siguiente día me hizo creerlo.
-Adiós-musité y sin mirarlo más subí hasta el departamento.
Al instante en el que entré, el lugar ya no era el mismo. Se
supone que ya debería de haberme acostumbrado a pasar las horas sola, pero
ahora por alguna razón era distinto.
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